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La mesa interpreta la forma redonda y espaciosa del brasero, del cual recuerda claramente los volúmenes. Un símbolo de compartir y comunión, que se refiere a la ritualidad de la convivencia y el estar juntos. La parte superior de gran tamaño y la lente inferior se fusionan en una sola pieza, en la que se injertan tres patas. La personalidad de esta mesa de escultura está dada por el acabado iridiscente de la parte superior, el recuerdo de las brasas que siempre están encendidas y el brillo de los pies de cobre sobre los que descansan las patas, que aligeran su percepción.